jueves, 25 de abril de 2019

Nuestro primer viaje a Marruecos. Fez


Esto de saber los turnos de trabajo de papá con antelación, es todo un lujo, por fin podemos hacer planes con tiempo y viajar a donde queremos y no solo a donde hay sitio (dentro de nuestras posibilidades económicas, claro). Así que, sabiendo casi un mes antes que podíamos viajar en Semana Santa, nos lanzamos a planificar un viaje a Marruecos, nuestra primera incursión a este país del que tan solo nos separa una hora y media de barco.

Como era la primera vez que viajábamos aquí, tras escuchar miles de consejos (algunos resultaron buenos y otros malos), y tras sopesar pros y contras, decidimos contratar un tour con todo organizado, es la primera vez que lo hacemos y la impresión no ha sido muy buena.
El primer día tiene poco que contar, llegamos a las 9 para coger el ferry a las 10 al puerto de Algeciras, donde nos recibieron dos personas de la agencia para darnos la tarjeta de embarque y la ficha que hay que rellenar y entregar en el barco a la policía cuando te sellan el pasaporte.
El primer problema llega cuando sabemos que el barco se retrasa dos horas!!! Pero, por fin, nos vamos:



El barco otra odisea, porque hay que sellar el pasaporte y la cola para hacerlo es de más de media hora. Por suerte ninguno de nosotros se mareó, y el trayecto lo pasamos tranquilos. Al llegar, tenemos que subir a una lanzadera para ir a la entrada del puerto donde esperaba el autobús, pero...madre mía, el autobús no tenía parada y cada vez paraba en un sitio distinto, ya empezamos a entender lo diferente que es la cultura marroquí, pero por supuesto también sale a relucir la española en la que todos salimos corriendo en avalancha cuando llegaba el autobús. 

Por fin llegamos a nuestro autobús, en el que nos esperaba nuestro guía, y madre mía qué autobús!!! Antiguo, sucio...hasta el guía nos dice que se ha quejado y que promete tener otro nuevo para el día siguiente. Subimos al bus y hacemos un hora de camino hasta parar en una gasolinera paramos a comer, es como una especie de restaurante de comida rápida, así que hay que hacer cola para pedir (tardamos más de una hora en hacer el pedido), y cola para recoger la comida. Otro problema fue el pago, pues casi nadie había cambiado ya que las agencias te recomiendan que lo hagas en el país, así que pagamos en euros, y nos cobraron haciendo cuentas de aquella manera. 
De aquí al autobús, 400 km más para llegar a Fez, nuestro destino. Aunque pasamos el día viajando, desde la ventanilla ya vimos cosas que nos llamaron la atención. La gran cantidad de pastoreo que hay en la zona, pastores con pocas ovejas, o con dos o tres vacas. Por otro lado, había muchos niños, niños corriendo, un grupo haciendo ejercicio en una torre de electricidad, y de vez en cuando una especie de campos de fútbol con porterías echas con tres palos. Y lo que era más llamativo, esos niños estaban en mitad de la nada, lejos de cualquier casa, al menos no había ninguna dentro de mi campo de visión. También nos sorprendió ver muchos coches de lujo en la carretera (íbamos por peaje), y en contraste hombres andando por los arcenes.
Llegamos tarde al hotel, el hotel Sofía, situado en la parte nueva de Fez, de cuatro estrellas, limpio, con bonitos salones, todo perfecto, hasta que nos dan la cena, que no era muy buena. Bueno, con eso ya contábamos. Por suerte, el hotel tiene una casa de cambio y por fin conseguimos dírhams.



Al día siguiente comienzan las visitas, la mañana la dedicamos a Fez. Fez se divide en tres partes, la ciudad nueva, donde se sitúa el hotel, del siglo XX, la ciudad donde se encuentra el palacio del rey, del siglo XIV y la medina o casco antiguo del siglo XI, conservada tal cual desde entonces. En autobús (por fin un autobús nuevo, más moderno) llegamos a la ciudad del siglo XIV donde vemos la entrada al castillo del Rey, una impresionante fachada conocida como las siete puertas, con las puertas talladas a mano,un impresionante trabajo de orfebrería. El palacio es el más grande de Marruecos con 80 hectáreas.


Parte de las murallas

Las siete puertas 

Una de las puertas
Otra característica de esta zona, son sus edificios con balcones hacia afuera, ya que lo típico de Marruecos es construir las casas hacia el patio interior y no hacía la calle.


La calle con sus balcones

Una entrada al zoco de esta zona
Por las calles ya vamos descubriendo rincones que nos van desvelando la forma de vivir del país 
Una barbería en activo

La fachada de una tienda

Una tienda de deliciosos frutos secos, donde degustamos unos dátiles deliciosos.

Y por fin visitamos al medina, había leído en muchos sitios que es mejor visitar esta zona con un guía, pues las calles son un laberinto y es fácil perderse, nosotros íbamos con guía, pero desde luego creo que no debe ser la mejor opción. Nuestro grupo es de unas cincuenta personas, así que voy a tratar de disculpar a nuestro cicerone pues quizás tenía miedo de que nos perdiéramos, pero visitamos el zoco muy rápido, sin poder parar a hablar o regatear con los comerciantes, y en su lugar haciendo paradas muy largas en distintas tiendas donde tendría algún acuerdo con los dueños. Así que si volviésemos algún día, creo que o intentaríamos ir por libre o buscaríamos un guía privado.
Aún así, invitamos a todos a recorrer la medina, es una vuelta en el tiempo y una oportunidad única para conocer el carácter de nuestros vecinos de África. Las calles son estrechas e intrincadas y llenas de vida y color. En cada calle se encuentra un oficio, los tintoreros, los curtidores, la zona de comida, los plateros.

Entramos a la medina, por lo que nos dijeron que era la calle más estrecha de Fez:



La medina tiene los barrios divididos por oficios, en este, por ejemplo solo encontramos productos de alimentación:



Otra es la zona de los tintoreros donde llenan de color los tejidos a mano, y donde encuentras las más bonitas sedas vegetales:




 En otro barrio, los cosméticos, y productos de parafarmacia, aquí entramos en una tienda donde una mujer molía semillas de argán para extraer manualmente el aceite:


Otra es la plaza de los caldereros, que nosotros la encontramos muy desanimada, ya que al ser viernes estaban de oración, pero vimos tiendas con una preciosa artesanía de metal:



Y por supuesto, el barrio de los curtidores, donde curten el cuero a mano con un proceso muy laborioso, que hoy en día se ha simplificado algo por el uso de grandes lavadoras.




Además pudimos ver, desde la puerta, la universidad más antigua de Marruecos,y  del mundo, que curiosamente fue fundada por una mujer Fatima al-Fihri en el año 859


No se puede visitar, pero pudimos ver algo desde la puerta que abrieron a nuestro paso

y el mauseleo de Maulay Idris, donde se encuentra enterrado este rey:




Como fuimos en viernes, día de oración de la semana, también pudimos ver desde la puerta la zona de oración de la universidad.

Dos cosas me llamaron poderosamente la atención, las fotos del rey colocadas en todos los negocios, y la cantidad de niños que a media mañana emergieron de todas partes intentando vendernos cualquier baratija. Felices con una sonrisa, pero pidiendo un par de euros a cada turista que veían pasar.




En la tarde tuvimos tiempo libre, así que después de comer en el hotel (la misma comida que nos dieron en la cena), y descansar un poco en la habitación, decidimos dar un paseo por la zona del siglo XX. Lo que encontramos fue una ciudad en ebullición, llena de ruido y vida, con mucho ruido de coches, discusiones de los conductores. Cruzar la calle es toda una aventura, no hay que tener miedo y cuando se ve el momento menos peligroso lanzarte a andar entre los coches. Las calles estaban llenas de mercadillos en los que venden de todo, relojes, zapatos, dátiles...

Conductores de petits taxis discutiendo

Un mercadillo de zapatos

La mezquita más grande de la zona

Por fin nos sentamos un rato a descansar, a tomar un té marroquí y unos zumos de naranja con unos deliciosos pastelitos árabes. Todo por 4,4 €. El nivel de vida de aquí es muy bajo, un marroquí con un trabajo medio puede llegar a ganar unos 400 €, y hay que contar con el alto índice de pobreza de la población. Esto nos hace ver una nueva desventaja de este tour, pues nos llevan a sitios concertados en los que nos hacen pagar más dinero de la cuenta por cualquier cosa.





En la noche, decidimos asistir a una fiesta de fantasía que organiza la agencia, la simulación de una boda. Nos llevan a un palacio, en el que nos reciben con música, y mientras cenamos no paran de aparecer espectáculos, bailes tradicionales, la danza del vientre, un mago... y al final, eligen a una chica y a un chico del público, los visten de novios y a ella la suben a una especie de trono para levantarla y mostrarla a los demás. la comida está regular, pero a cambio nos dan vino hecho en Marruecos, pues aunque los marroquíes no pueden beber alcohol, los franceses le dejaron como herencia el arte de saber hacer vino, que fabrican para los turistas y la exportación (y quizás para el que quiera beberlo en la intimidad de su casa)
De la fiesta, me quedo con la poca profesionalidad de los camareros, que pasan por mitad de los espectáculos, se hacen fotos con las turistas, se ponen a bailar con nosotros, no es algo incómodo, de nuevo aprendemos algo más de la cultura y carácter de la gente de este país.
En la siguiente entrada nos dirigimos a Meknes y a Asilah.
Si quieres saber más de nuestro viaje a Marruecos pincha aquí:

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