martes, 3 de julio de 2018

Subida a Siete Lagunas. Sierra Nevada. La Alpujarra.

No hay nada como empezar el verano disfrutando de la nieve. De la nieve, sí. Hemos inaugurado la temporada de verano con la ascensión a Siete Lagunas. Ojo esta excursión se puede hacer con niños, pero siempre que estén acostumbrados a caminatas largas.

El fin de semana lo empezamos haciendo noche (con el único motivo de no tener que madrugar) en el pueblo Órgiva, pueblo que podemos decir que es la puerta de la Alpujarra, realmente no tiene mucho interés turístico, pero es altamente recomendable por sus tapas. El pueblo se reconoce desde lejos por las torres gemelas de su iglesia, de las que no puede hacer foto porque han puesto un toldo que cubre las calles para paliar los efectos del calor y que no deja traspasar el objetivo de la cámara:
Es muy llamativo que su biblioteca tiene un archivo cervantino.

En los soportales de la plaza de Las Alpujarras, se encuentran azulejos con los distintos pueblos de la comarca.


Casa Palacio de los Condes de Sastago

A la mañana siguiente nos ponemos en marcha, unos 30 minutos hay desde Órgiva hasta Capliera, donde está el centro de interpretación de altas cumbres, vertiente sur,  lugar desde donde sale la lanzadera que nos llevará hasta el Alto del Chorrillo, a 2.690 metros de altitud, desde donde comenzaremos nuestro camino hacia la Cañada de Siete Lagunas (2.895 metros de altitud).

Comenzamos subiendo dirección al Mulhacén, atentos en el camino hasta encontrar una señal pintada en una roca que nos desvía a la izquierda hacia Siete Lagunas.

El camino estaba precioso, ahora es el comienzo de la primavera en las altas cumbres, y todo estaba salpicado de amarillo.

La ascensión hay que tomarla con calma, hay mucha altitud, y todo cuesta más trabajo de lo normal, incluso para los que estamos acostumbrados a caminar.

Por fin, el desvío, ahora es todo llano y bajada, lo malo que luego hay que volver...

El camino se suaviza, en principio es llano, y luego todo bajada. Hay que tener cuidado y no perder de vista los hitos de piedras del camino. En seguida pudimos ver grandes manchones de nieve, y como no, los niños y el papá no dudaron en pisarla.




La flor de las nieves, un planta endémica de Sierra Nevada.
En seguida, a un par de kilómetros, divisamos la primera laguna, la Hondera, de la que nace el río Culo Perro, llamado así por la forma perruna de la laguna. Cuidado, para llegar a la laguna la bajada es muy pronunciada:





Tras reponer fuerzas, continuamos el camino. La cañada de Siete Lagunas se trata de un circo glaciar. Para ver el resto de las lagunas, hay que caminar hasta el fondo del circo y tan solo hay que dejarse sorprender hasta llegar a la última, la laguna Altera:









La mamá disfrutó mucho con esta ruta, pero el que mejor lo definió fue el peque, que al asomarse a una de las lagunas exclamó: "Mamá, esto es un regalo", y ¡qué razón tiene!

La ruta es lineal, así que el camino de vuelta es el mismo que el de ida, así que ahora nos toca subir, pero... sorprendentemente los peques hacen mejor el camino en la subida, claro, están deseando llegar al refugio del Poqueira, donde vamos a pasara la noche (la ruta en total fue de unos 18 kilómetros):


Esta vez, tuvimos una habitación para nosotros solos, y nos dieron de cenar fideos, pasta y carne, ¡todo lo que un niño podría desear!. Eso sí a las 10 en la cama, a descansar (después de jugar un poco a Virus y al Piratatak, claro).

A la mañana siguiente, ya solo teníamos que subir hasta el alto del Chorrillo, que desde el refugio son unos tres kilómetros hasta el autobús, y como íbamos con tiempo de sobra, pudimos hasta jugar con la nieve:



Y hacer fotografías de estampas curiosas del deshielo:




Esta vez no nos recoge un autobús, una furgoneta, bajo la conducción de Paco, nos lleva a Capileira, donde por fin podemos soltar las mochilas.

Como llegamos con tiempo damos un paseo por Pampaneria, el pueblo más bajo de los tres más conocidos de la Alpujarra granadina (Pampaneira, Bubión y Capileira), y ¿por qué elegimos este pueblo para visitar y no otro?, pues por su fuente milagrosa, la Fuente de San Antonio, de la que dicen que si bebes de ella no te quedaras sin novia/o:

Ya nos hemos asegurado de que el peque encontrará pareja, pero la mayor... no quiso ni acercarse, jajajaja

Uno de los rincones alpujerreños

Las calles cuentan en el centro con una especie de canalón para que corra el agua de la lluvia y del deshielo, la que queda después de usarse en el regadío de los campos por el sistemas de acequias.

La plaza del pueblo, con una muestra de las jarapas típicas de la zona.
Finalmente, decidimos comer en Soportújar, un pueblo que no conocemos, el pueblo de las brujas de la Alpujarra granadina. Parece ser, que tras la expulsión de los moriscos este pueblo fue repoblado por gallegos y con ellos llegaron las meigas, que ya se han quedado para siempre en este rinconcito de Andalucía.
No pudimos ver la Cueva del Ojo, una cueva de brujas, que estaba cerrada, pero en el pueblo nos dimos cuenta de que las meigas haberlas haylas:





Otra característica de la Alpujarra es la cantidad de fuentes. Además en esta foto se puede ver como el pueblo está decorado con ganchillo.


Típicos también son los soportales.

La verdad que ha sido un precioso regalo esta pequeña escapada, recomendable siempre en Julio, en el deshielo, (aunque solo apta para aquellos que tengan experiencia en la montaña, especialmente si se va con niños) pero intentad ir en año de buenas nevadas como ha sido este.




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