Ámsterdam es conocida por su tolerancia a las drogas y la legalización de la prostitución, y la palabra es esa, tolerancia. La droga es tolerada (no todas las drogas), no está legalizada, pero se permite, sobre todo fumar marihuana o tomar hongos, en ciertos lugares, exacto, en los Coffe Shops, en la calle no está bien visto, puedes hacerlo junto a los canales, pero a plena luz del día en cualquier calle no. Tampoco puedes fumar tabaco en los bares, de hecho en un Coffe Shop no se puede fumar tabaco, la ley lo prohíbe desde 2008.
Uno de los Coffe Shops más antiguos de la ciudad, como anécdota, en este establecimiento vive un gato que anda siempre un poco mareado. |
Otro Coffe Shop con iluminación nocturna |
En los Coffe Shops puedes encontrar pasteles "condimentados con droga", chupachups de marihuana y un poco de todo, también en distintas tienda puedes encontrar estos pasteles, aunque no os fiéis son un engaño para los turistas, solo os podéis asegurar de que tomáis lo que compráis en los Coffe Shops, o en tiendas especializadas. Evidentemente, con niños no se puede entrar estos establecimientos.
Este es uno de los que podéis encontrar en diversas tiendas, pero que son más bien un timo. |
El acohol, no es normal encontrarlo en los Coffe Shops, y no todos los bares y restaurantes los sirven, no puedes tampoco beber en la calle, de hecho si bebes en la calle con toda posibilidad puedes encontrarte con una multa, cosa que no ocurrirá si fumas marihana o hachís, con lo que solo te vas a llevar una reprimenda.
La prostitución es legal, y está totalmente regulada, las prostitutas pueden ejercer su profesión desde los 21 años (no hay edad límite, claro). Las prostitutas pagan el alquiler de las cabinas (los escaparates) por días, y las cabinas están comunicadas entre sí, así que las mujeres suelen contratar a "gorilas" que vigilan su seguridad. Cada cabina tiene un botón de emergencia que está en línea directa con la policía, pero prefieren no usarlo por salvaguardar la intimidad de la clientela, de ahí que contraten a estos guardias de seguridad.
Cuando paseas, ves a las prostitutas en los escaparates, si quieres contratar a alguna le haces una seña y ella sale a la calle, en la puerta se hace el trato, se acuerda el pago (aunque hay un salario mínimo de 50 € la hora, que es lo que declaran al estado). Una vez cerrado el trato, cliente y prostituta entran a la cabina y se cierra la cortina. Tenéis que saber que según por donde paseéis vais a encontrar profesionales de más o menos caché, las más caras se encuentran en una de las calles más estrechas de Ámsterdam.
Por cierto, hubo un intento de hacer escaparates con prostitución de hombres, pero no hubo clientela.
Otra curiosidad, si seguimos hablando de sexo, es una tienda que podéis encontrar en el Barrio Rojo, la Condemerie, donde, además de encontrar condones de todas las formas posibles, hacen preservativos a medida, podéis pedirlo por internet, pero ojo si la medida resulta más grande o más pequeña de lo normal tendréis que mandar una foto de vuestro pene, y si se sale de las medidas estándar colgarán la foto en la pared. Aquí tenéis la dirección.
https://condomerie.com/
Aunque, el sexo y las drogas sea lo más llamativo para el turista, una vez que llegas allí lo que más llama la atención son las bicicletas, son el medio de transporte más utilizado por sus habitantes. Y cuidado, hay que estar muy atentos a los carriles bici, que, aunque tienen cuidado en las zonas turísticas, van bastante rápido.
Hay aparcamientos de bicicletas por todas partes, aunque lo que más llama la atención son las que dejan junto a los canales. De hecho se recogen unas 15000 bicicletas al año del canal, quizás sea porque se caigan al canal o por actos de vandalismo o robo, ya que se estiman más de 50000 robos al año, por eso no veréis bicicletas nuevas y relucientes por la ciudad, la mayoría las compra de segunda o tercera mano.
Otra curiosidad importante, es saber que en Ámsterdam hay lugares públicos para orinar en la calle para hombres, se colocaron estos lugares para evitar que los hombres se cayeran al canal al orinar (sobre todo si andaban borrachos).
Para las mujeres, no hay baños en la calle, los hubo, pero los quitaron tras un caso de violación, en contra partida, se puede ir al baño de los centros comerciales con los que el ayuntamiento llegó a un acuerdo. Así que no os de vergüenza entrar solo para hacer pipí.
Otra curiosidad, es la bandera de Ámsterdam, con tres cruces que pueden representar a San Andrés, un pescador que fue torturado y crucificado en en una cruz con forma de x, otra teoría es que simboliza a los tres desastres que ha sufrido la ciudad a lo largo de su historia: los incendios, las inundaciones y la peste.
Muy llamativo es también que el precio de las casas viene determinado por la anchura de la fachada, de ahí que nos encontremos casas muy estrechas pero con gran profundidad y altura.
Vamos a terminar este post, hablando de comida. Lo más típico de Ámsterdam son... las patatas fritas, sí, las venden en cartuchos, les viertes ketchup, mostaza... por encima y a pasear.
Perritos, hamburguesas... y arenques crudos, sí, arenques crudos
Y por supuesto, no podemos olvidar los quesos
Pero lo que más le gusta a los holandeses son los postres, sus típicas galletas stroopwafels, unos wafels rellenos de caramelo, que encontramos decorados de mil formas
Comimos pasteles de manzana, magdalenas, donuts, wafles...
Y por supuesto, unas ríquismas galletas de chocolate que venden en una pequeña tienda llamada Van Stapele Koekmakerij, que no dudamos en comprar, gracias a los consejos de nuestra amiga viajera Patri, a pesar de la cola que hay que guardar para conseguirlas. Un placer para el gusto y el estómago. Lástima que no se pueden comprar más de seis por persona.
En la tienda ves el final de su elaboración |
Fue imposible hacerle la foto antes del primer mordisco |
Podríamos hacer muchos más post sobre este viaje, pero creo que ya es la hora de cerrar, no podemos desvelar todos los secretos de Ámsterdam, algo tendréis que averiguar vosotros. Y lo vamos a cerrar como acabamos nuestro viaje, brindando con vino caliente. ¡Nos vemos en el próximo viaje!
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