El Begijnhof se costruyó en el siglo XIV para acoger a la orden de las begijntjes, una congregación de mujeres católicas, pero no monjas, solteras, que se encargaban de la educación de los pobres y el cuidado de los enfermos. Hoy día sigue siendo el hogar de mujeres solteras, pero muy pudientes. Aunque es una zona privada, puede entrar a visitarse, y admirar su precioso patio.
Además en su interior encontramos la casa Houten, la casa más antigua de Amsterdam de 1420, que conserva su fachada de madera.
La foto está tomada desde el lateral, porque no era posible el paso. |
Interior de la capilla |
Portada de la iglesia. |
Junto el Begijnhof, encontramos el Amsterdams Historisch Museum, al que tampoco pudimos acceder, porque no había entradas. Pero aquí encontramos una de las curiosidades de la ciudad. Las casas de Amsterdam no estaban numeradas, sino que en la pared de cada casa había un cuadro en relieve que indicaba la profesión, o el mote de la familia para identificar quién vivía allí. Fueron los franceses los que pusieron nombre a las calles y enumeraron las viviendas. Algunos de esos relieves se han colocado en la entrada del museo.
Esto nos lleva a una historia curiosa, y es que los habitantes de Amsterdam no tenían apellidos, así que cuando los franceses ocuparon el país se encontraron con el problema de no poder identificar a los habitantes con los que poder crear un censo y cobrar impuestos, así que los obligaron a ponerse apellidos, los habitantes de los Países Bajos, pensando que esto no duraría se pusieron apellidos con nombres malsonantes como Poepjes (mierdecilla), para burlarse de los franceses. Sin embargo, tras la guerra, la ley les obligó a quedarse con los apellidos.
Continuamos nuestro paseo y llegamos a través de una zona comercial, por la calle Kalvestraat a la plaza Dam, lugar de encuentro y centro de la ciudad histórica de Amsterdam.
En esta plaza se encuentra el palacio real (el Koninklijk Paleis), la Nieuwe Kerk el edificio de la bolsa y el museo de cera de Madame Tussaud. En el centro de la plaza encontramos el monumento a los caídos.
Monumento a los caídos |
No pudimos visitar el palacio, ya que el rey había decido pasar allí el fin de semana, así que estaba cerrado.
El palacio, y la iglesia Nieuwe Kert |
Tampoco visitamos la iglesia, ni el museo, la iglesia nos parecía que tenía un precio excesivo para visitarla, y el mueso de cera no entraba en nuestras prioridades. Pero nuestros niños lo pasaron genial en la plaza jugando con grandes pompas de jabón.
Sí vistamos la iglesia de St. Nicolaaskerk, que no cobraba entrada, y que se encuentra situada cerca de la estación central de tren.
Junto a esta iglesia, se encuentra la preciosa estación central, que no pudimos ver muy bien, por encontrarse en obras todo el entorno.
En la próxima entrada hablaremos del Grachtengoderl y el barrio de los museos.
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