Camino a nuestro destino, nos encontramos con esta joya, la Cartuja de Jerez de la Frontera, construida en el siglo XV, con un precioso pórtico grecorromano.
Esta es una capilla que hay antes de la enorme cartuja. |
De nuevo, una parada antes de llegar a Jerez, de camino nos desviamos para ver el circuito de carreras, en el que estaban dando vueltas alguna que otra moto. Mi chiquitín alucinó.
Una vez que logramos despegar a los niños del circuito, llegamos a Jerez, y como buenos turistas fuimos a visitar las bodegas de González -Byass (las de Tío Pepe), que están situadas a la entrada de la ciudad. En la visita paseamos por sus bodegas, nos pusieron un video explicativo de la creación de la empresa y nos dieron a degustar dos de sus vinos, dos porque son los que pagamos a la entrada.
Esta bodega al aire libre fue diseñada por Eiffel |
Una simulación de sus viñas |
Los barriles del brandy Soberano |
Un antiguo alambique donde hacían el brandy |
El proceso de envejecimiento del brandy |
La botella más emblemática de las bodegas y de todo Jerez |
No se pueden hacer fotos ni videos, así que os dejo volar la imaginación.
En cuanto a Jerez, dar un paseo por sus calles es muy recomendable, su casco histórico está repleto de rinconcitos que te dejan con la boca abierta, y por supuesto no debes dejar de visitar sus tabancos, antiguos despachos de vinos que se convirtieron en bodegas. Este fue nuestro paseo:
Pincha aquí para ver nuestro recorrido
Comenzamos en la plaza del arenal, plaza en la que se encuentra el centro de información turística, aunque cuando nosotros llegamos estaba cerrado.
En esta plaza fue donde comimos, pero realmente fue un error, no os lo recomiendo, en absoluto, luego un poco más abajo en la calle larga vimos muchos sitios mejores donde comer.
El restaurante donde "comimos" |
Un poco más adelante, bajando por la calle Larga nos encontramos con el famoso Gallo Azul, un emblemático edificio de Jerez, de principios del siglo XX, que alberga uno de los más famosos lugares de tapas de la ciudad.
Al final de la calle Larga, aparecen la casa del Marqués de Domenecq y el convento de Santo Domingo, del que podemos visitar su claustro:
Volvemos sobre nuestros pasos, y esta vez nos desviamos un poco para llegar a la plaza de Rafael Rivero, donde nos paramos en uno de los tradiconales tabancos jerezanos a tomar unas torrijas.
Otra plaza a la que nos llevan nuestros pasos es la de Primo de Rivera, de la que vamos a destacar un Bayan Australiano que preside la plaza con sus impresionantes raíces aéreas
Seguimos paseando por la calle Larga, y ahí podemos contemplar lo señorial que es Jerez de la Frontera, sus grandes edificios denotan la riqueza del lugar.
Al final de la calle Larga, aparecen la casa del Marqués de Domenecq y el convento de Santo Domingo, del que podemos visitar su claustro:
Este marqués era un bodeguero jerezano |
Volvemos sobre nuestros pasos, y esta vez nos desviamos un poco para llegar a la plaza de Rafael Rivero, donde nos paramos en uno de los tradiconales tabancos jerezanos a tomar unas torrijas.
En esta placita llena de bares, pudimos comprobar el ambiente festivo de la ciudad en Semana Santa |
Riquísima!!! |
El paseo sigue por las calles peatonales de Jerez llenas de bares, cafeterías y mucho ambiente por todas partes, y entre sus calles aparece una nueva plaza que nos vuelve a sorprender, la plaza de la Asunción:
Más adelante el precioso edificio del Ayuntamiento:
Acabamos nuestro recorrido en la catedral y los Reales Alcáceres. Con la catedral tuvimos suerte, pues había una misa y pudimos entrar a verla por dentro, con todo el cuidado del mundo para no molestar, aunque otros turistas no tenían ese mismo respeto...
Los Reales Alcáceres estaban cerrados, así que otra vez será:
No puedo cerrar este post sin hablar del tabanco de El Pasaje, donde echamos un buen rato, bebiendo vino y escuchando flamenco en directo, eso sí solo escuchando, porque había tanta gente que era imposible ver nada. Pero, de todas formas es algo totalmente recomendable, una experiencia que te hace viajar en el tiempo y puedes llegar a vislumbrar el modo de vida de principios del siglo XX, donde estos tabancos eran despachos de vino, que mientras hacían esperar al cliente les servían una tapita.
Los barriles del tabanco |
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