Comenzamos nuestra aventura en Cantabria, nos alojamos en Castro Urdiales, una preciosa villa justo situada al límite entre Cantabria y País Vasco, que nos sirvió para visitar ambas comunidades, aquí hemos de agradecer enormemente a Miguel su generosidad acogiéndonos en su preciosa casa.¡GRACIAS!
Así que comenzamos nuestro viaje cántabro en Castro Urdiales, una villa de pescadores de un gran encanto que invita a pasear y a darse un baño en sus preciosas playas. En Castro realizamos un visita guiada gratuita organizada por la oficina de turismo, que realmente mereció la pena. (Si queréis podéis ver toda la información en su página web de turismo que está francamente bien http://turismo.castro-urdiales.net/)
Vamos a comenzar nuestro paseo por la playa Brazomar, que estaba junto a la casa de Miguel, una pequeña y acogedora cala, llena cada día, lloviese o no. Frente a esta playa, se encuentra el parque de Cotolino, una agradable zona verde donde tomar un helado, caminar y respirar un poquito de paz.
Continuamos por el paseo marítimo, y nos llaman la atención unas gradas fabricadas junto al mar, llenas de gente con sus toallas. Y es que en el norte nos vamos a encontrar zonas habilitadas para poder bañarte o tumbarte junto al mar, sin tener que llenarte de arena.
Más adelante, divisamos a lo lejos lo más característico del perfil de Castro Urdiales, la Iglesia de Santa María de la Asunción, el puente medieval , la capilla de Santa Ana y el famoso espigón en el que los lugareños acaban sus caminatas dando una patada en el muro final llamando a la buena suerte.
Pero antes de acercarnos a estos monumentos, continuamos nuestro paseo adentrándonos hacia el interior, así nos encontramos en una plaza con una estatua del compositor Ataulfo Argenta, con la casa de Isidro del Cerro tras de sí. Este edificio nos enseña la cara modernista de la ciudad.
Nos adentramos por sus calles que de nuevo nos llevan a su pasado medieval, y que huelen tortilla y buen vino.
Y nuestros pasos nos llevan a algo que se remonta aún más en el tiempo, los restos de la villa romana, Flaviobriga. Es solo una muestra de lo que podríamos encontrar bajo nuestros pies. Un tesoro escondido.
Si continuamos hacia adelante, volvemos a salir a otra playa, más larga que la anterior, la playa Ostende, que en su punta alberga la isla de las Gaviotas. Tras la playa un parque infantil, que evidentemente tenemos que visitar.
Y subiendo, llegamos al cementerio de la Ballena, escenario de cualquier película romántica inglesa.
Volvemos sobre nuestros pasos, para visitar la Iglesia de Santa María de la Asunción, pero Castro Urdiales nos guardaba una sorpresa más. Una playa escondida de aguas cristalinas. El Pedregal.
La iglesia de Santa María de la Asunción es un tesoro del gótico, el más importante de Cantabria, un tesoro con otro en su interior, la figura de una virgen llamada La Blanca del Siglo XIII. Esta escultura además fue ocultada durante la Guerra Civil para evitar su expolio o destrucción, y oculta quedó hasta que unos niños jugando perdieron un balón, y al ir a encontrarlo dieron con la estatua.
Junto a esta Iglesia, el puente romano, que aunque lo llamen así es realmente un puente medieval, que cruzamos para llegar al faro y a la capilla de Santa Ana, desde donde se pueden admirar unas preciosas vistas.
Acabamos nuestra excursión por Castro, bajamos dirección al puerto y en la plaza del Ayuntamiento, entramos en un bar a comer tortilla rellena y sardinas. Delicioso.
Realmente una visita más que recomendable, un lugar impregnado de cultura, donde poder pasar el calor en las preciosas playas y de un buen nivel gastronómico. Volveremos.
Costa oriental. Laredo, Santoña y Faro de Ajo
Comillas y Santillana del Mar. Cuevas del Soplao, Altamira y Covalanas.
Cabárceno y Liérganes
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