miércoles, 31 de julio de 2019

Cantabria. Cabárceno y Liérganes

Terminamos con este post nuestra referencia a Cantabria, aunque el viaje no acabó aquí, ya que aprovechamos que nos alojamos en Castro Urdiales que limita con el País Vasco, para conocer también esta provincia.

Comenzamos con el parque natural de Cabárceno, se trata de un parque donde más de 120 especies animales se encuentran en semilibertad, el parque es enorme y se recorre en tu propio vehículo. Además puedes subir en el teleférico para tener un visión de todo el parque, nosotros subimos a primera hora para evitar colas. Si viajáis con niños es algo que no os podéis perder, y echar bocadillos, prácticamente se pasa allí el día.





Además de la visita libre, no os podéis perder los espectáculos, el de las aves rapaces fue de los mejores que hemos visto pues trataban a los animales con mucho respeto, tratando de inculcar valores sobre la naturaleza y no centrándose en crear un gran show., Muy divertido e instructivo también fue el espectáculo de los leones marinos.


Toda la información la tenéis aquí parque de Cabárceno, las entradas nosotros las compramos con mucha antelación porque se agotan rápidamente.

Tras visitar el parque aprovechamos para terminar la tarde en Liérganes, una pequeña localidad a unos 10 minutos de Cabárceno.

Pasear por sus calles fue como trasladarnos en el tiempo, casas y calles de piedra, que se mezclan con edificios modernistas.



Es preciosa su plaza del mercado, con su horizonte recortado por los montículos de Marimón y Cotillamón (Las Tetas de Liérganes)


De Liérganes es la leyenda del hombre pez, cuentan que un hombre desapareció en el río Miera y apareció a los años en Cádíz, cuando lo encontraron, con el cuerpo de formado, con escamas en la piel, no hablaba y parecía no recordar nada, lo llevaron a casa de su madre, donde pasaba los días ensimismado y triste, hasta que un día se lanzó de nuevo al río ante la atónita mirada de su madre y volvió a desaparecer. Me parece una leyenda preciosa, y ¿no os recuerda a una película muy famosa? A nosotros desde luego sí, así que quizás Guillermo del Toro se inspirara en esta leyenda de Cantabria para hacer su famosa película La Forma del Agua, que si no habéis visto os animamos a hacerlo.



No quiero dejar este post, sin hablar de la amabilidad de los habitantes de Liérganes, y sin recomendaros sus dulces típicos, las rocas, hechas de hojaldre y almendra con un sabor inolvidable.

Si quieres saber más de nuestro viaje a Cantabria, pincha en los siguientes enlaces:

Castro Urdiales

Costa oriental. Laredo, Santoña y Faro de Ajo

Comillas y Santillana del Mar. Cuevas del Soplao, Altamira y Covalanas.


martes, 30 de julio de 2019

Cantabria. Comillas y Santillana del Mar. Cuevas del Soplao, Altamira y Covalanas.

Continuamos explorando la costa cántabra, pero esta vez nos dirigimos más a la zona occidental. No es nuestra primera incursión, ya conocemos San Vicente de la Barquera, que lo visitamos en el 2017, aquí podéis ver el post: Viaje a los Picos de Europa- Playas. Parte V.

Antes de adentrarnos en la costa, nos dirigimos a la Cueva del Soplao, una de las cuevas más conocidas y turísticas de Cantabria, aunque para nuestro gusto no la más interesante, Cantabria está llena de cuevas que fueron habitadas por nuestros antecesores que esconden grandes tesoros de los inicios de la cultura, seguro que estáis pensando en Altamira, de la que también hablaremos en este post, pero hay otras más desconocidas como la de Covalanas, que aunque se aleja de la zona de la que vamos a hablar hoy también hablaremos en este post.

Comencemos con el Soplao, esta cueva no fueron habitadas, su valor se debe a las formaciones geológicas extraordinarias. La cueva se descubre porque allí hubo una explotación minera, al hacer una perforación en una de las galerías. No se podían hacer fotos, así que... Tenéis toda la información (incluido el precio de la entrada) aquí https://www.elsoplao.es/es. Nosotros hicimos la única visita que se puede hacer con niños, la más accesible y cortita, quizás más adelante podamos adentrarnos algo más.

Una vez terminó la visita, que debéis concertar con antelación, nos dirigimos a Comillas. Lo primero que visitamos fue el Capricho de Gaudí, sin duda en Cantabria podemos viajar en el tiempo en muy pocos kilómetros y sus pueblos costeros nos brindan lo mejor del modernismo español.

Este chalet, fue encargado como una casa de veraneo por Máximo Díaz de Quijano a Gaudí. Se trata de una de las primeras edificaciones del arquitecto. Está llena de detalles que personalizan el chalet, teniendo en cuenta las pasiones del que iba a ser su dueño (la naturaleza y la música), y además podríamos decir hoy en día que es una casa eficiente, pues está construida jugando con la puesta y salida del sol.

Lo que más la caracteriza son los girasoles que decoran las paredes de su fachada:


Y no es el único regalo que Gaudí dejó a la ciudad, paseando nos encontramos también con esta puerta, llamada la puerta de los Pájaros.


Cerca del Capricho de Gaudí, encontramos también dos ejemplos impresionantes del Neogótico, el palacio y la capilla-pateón de Sobrellano, construidos bajo la dirección de Joan Martorell como encargo del I Marqués de Comillas.
Palacio de Sobrellano

Capilla-Panteón de Sobrellano
Tamibién del siglo XIX es la Fuente de los Tres Caños, de estilo modernista.


Comillas, estaba de moda en la época del modernismo y las grandes fortunas tenían sus residencias de verano allí, pero también es importante por su patrimonio de los siglos XVII y XVIII, por el que se le denomina como Villa de los Arzobispos, de esta época data la Universidad Pontificia ubicada en la ciudad. En este sentido encontramos la Iglesia de San Cristóbal


Tan solo pasear por sus calles y contemplar su mar, ya hace de Comillas un lugar muy especial.




Además esconde otro tesoro, su cementerio que esconde las ruinas de una iglesia gótica, aquí se me escapó la foto, así que tendréis que verlo cuando visitéis la preciosa ciudad de Comillas.

Por la tarde, nos despedimos de Comillas y nos dirigimos a Santillana del Mar y a las cuevas de Altamira.

Santillana del Mar es una localidad preciosa de corte medieval, de calles empedradas con el casco históirco totalmente peatonilizado, y ¡ojo! la zona de aparcamiento es de pago, nosotros llegamos tarde y quedaban unos cinco minutos para que se finalizase la hora de pago, así que pensamos en no abonar la zona azul, cuando volvimos nos habían puesto una multa de unos 20 euros, sí, sí 10 euros por cinco minutos, así que no repitáis nuestro error.

Pero, nos quedemos con lo malo, porque es un lugar muy bonito y de mucho encanto, aquí tenéis algunas imágenes:





 De todos sus edificios, destaca la Colegiata, de estilo románico, del que no pudimos visitar su interior que nos encontramos cerrado, de nuevo un motivo para volver.


Además de sus calles y edificios, nos llamó la atención el reclamo turístico de la venta de sobaos y vasos de leche como temtempié.

Muy cerquita de Santilla del Mar están las cuevas de Altamira, quizás las cuevas más famosas de España, que como sabéis no se pueden visitar, pero sí se puede acceder al museo y a una reproducción de la cueva. Sin duda, lo recomendamos al 100%.





La cueva fue descubierta en 1876, por Marcelino Sanz de Sautuola, y se le compara con la Capilla Sixtina del cuaternario. Es una lástima que el hombre no fuese capaz de darle su verdadero valor hasta que se dio cuenta de que se podían perder.

Y no podemos dejar este post sin hablar de la cueva de Covalanas, que aunque no se sitúa nada cerca de esta zona está totalmente vinculada con la cueva de Altamira porque ambas albergan pinturas prehistóricas de incalculable valor.

Covalanas se sitúa en la comarca de Asón, cerca ya del País Vasco, de hecho aprovechamos para visitarla el día que planeamos ir a Bilbao. Para acceder a ella hay que reservar la entrada con antelación, podeís hacerla desde esta página web https://cuevas.culturadecantabria.com/covalanas/. Es muy difícil encontrar entradas, porque el aforo máximo es de siete personas (incluidos niños). 
La cueva alberga dos tipos de pinturas, una en negro con representaciones esquemáticas, y otras en rojo, estas últimas posteriores en el tiempo, en las que claramente se pueden ver distintas figuras, las más impresionantes con forma de ciervas, pinturas 3D que juegan con los volúmenes de la roca. Realmente merece la pena la visita, hemos de agradecer el entusiasmo y el buen hacer del guía que nos acompañó

Os dejo información, porque, evidentemente, no se podían hacer fotos:

Si os gustan las cuevas, y el arte prehistórico, esta no es la única que podéis encontrar en Cantabria, hay siete cuevas visitables https://cuevas.culturadecantabria.com/, esperamos poder verlas todas en otra ocasión, porque esta nos dejó maravillados.

Si quieres saber más de nuestro viaje a Cantabria, pincha en alguno de estos post:

Castro Urdiales

Costa oriental. Laredo, Santoña y Faro de Ajo

Cabárceno y Liérganes







lunes, 29 de julio de 2019

Cantabria. Costa oriental. Laredo, Santoña y Faro de Ajo

En nuestra incursión por las tierras cántabras, dedicamos un día a continuar conociendo la costa oriental. Desde Castro Urdiales nos dirigimos a Laredo.

Nos levantamos bien tempranito para visitar las rúas empedradas de su casco histórico o Puebla Vieja sobre las que se alzan muy bien conservadas una serie de nobles casas , que realmente nos sorprendió y nos trasladó a la Edad Media.






Destaca también por sus iglesias, como la de Santa María




O la de San Martín y Santa Catalina:






Y destaca también la coservación de las murallas.



 Pero si por algo destaca Laredo es por su puerto y su entorno natural de enormes y doradas playas, así como su ubicación junto a la marisma de la Ría de Treto.


Playa de Laredo o de  Salvé
Ría del Treto

Decidimos no bañarnos aquí, aunque ganas no nos faltaban, queríamos continuar hasta Santoña, que aunque está justo frente a Laredo, para llegar a ella en coche hay que dar un gran rodeo para evitar las marismas. Otra opción es coger un barco para cruzar la ría.

Ahora sí que sí, porque en Cantabria también hace calor, y hay días que el agua apetece y mucho, no lo podíamos evitar, nos dimos un buen baño en la playa de Santoña, de aguas cristalinas y divertidas.



Aunque  nosotros bajamos a la arena, es muy curioso que hay zonas de parque con acceso al agua a través de unas escaleras. Después de comer en la playa, refrescarnos y descansar, dimos un paseo por Santoña. 

Vimos la iglesia de Santa María del Puerto, que aunque es originaria del siglo IX, se siguió construyendo hasta el XII




 Continuamos paseando y cruzamos por la plaza  de San Antonio donde nos paramos un ratito a jugar en el kiosko


Y llegamos al centro de interpretación de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, de donde destacamos sus espectaculares vistas a la ría.


Nos despedimos de Santoña en la impresionante playa de Berria de arena blanca y fina


y dando un paseo por las marismas.



 Continuamos la aventura, como ya se nos había hecho muy tarde, aunque queríamos visitar Noja, e Isla, decidimos acabar la tarde en un lugar mágico, en el faro de Ajo, donde por cierto para entrar hay que pagar una entrada de un euro por persona, pero realmente merece la pena, es una estampa de cuento (o de película), donde se puede sentir la magia.




Volvemos hacia Castro Urdiales, y sin querer nos encontramos con una joya, una impresionante iglesia románica totalmente conservada. La Iglesia de Santa María de Bareyo, una verdadera lástima encontrarla cerrada. Aquí tenéis información sobre ella https://www.arteguias.com/iglesia/santamariabareyo.htm, para que la podáis disfrutar.



Acabamos la aventura de hoy. Mañana más.

Si quieres saber más de nuestro viaje a Cantabria, pincha en alguno de estos post:

Castro Urdiales

Comillas y Santillana del Mar. Cuevas del Soplao, Altamira y Covalanas.

Cabárceno y Liérganes

domingo, 28 de julio de 2019

Cantabria. Castro Urdiales.

Estas vacaciones han sido estupendas, los cuatro nos hemos embarcado en una maravillosa aventura en la que hemos recorrido el norte de España y el sur de Francia en cuatro etapas: Cantabria, País Vasco, dando un pequeño salto en kilómetros, Ordesa y finalizamos con una ruta por los pueblos medievales de Francia. Todo un road trip que diseñamos para intentar huir de las temperaturas tan elevadas del verano andaluz, pero que conseguimos a medias gracias a las olas de calor.

Comenzamos nuestra aventura en Cantabria, nos alojamos en Castro Urdiales, una preciosa villa justo situada al límite entre Cantabria y País Vasco, que nos sirvió para visitar ambas comunidades, aquí hemos de agradecer enormemente a Miguel su generosidad acogiéndonos en su preciosa casa.¡GRACIAS!

Así que comenzamos nuestro viaje cántabro en Castro Urdiales, una villa de pescadores de un gran encanto que invita a pasear y a darse un baño en sus preciosas playas. En Castro realizamos un visita guiada gratuita organizada por la oficina de turismo, que realmente mereció la pena. (Si queréis podéis ver toda la información en su página web de turismo que está francamente bien http://turismo.castro-urdiales.net/)


Vamos a comenzar nuestro paseo por la playa Brazomar, que estaba junto a la casa de Miguel, una pequeña y acogedora cala, llena cada día, lloviese o no. Frente a esta playa, se encuentra el parque de Cotolino, una agradable zona verde donde tomar un helado, caminar y respirar un poquito de paz.


Continuamos por el paseo marítimo, y nos llaman la atención unas gradas fabricadas junto al mar, llenas de gente con sus toallas. Y es que en el norte nos vamos a encontrar zonas habilitadas para poder bañarte o tumbarte junto al mar, sin tener que llenarte de arena.


Más adelante, divisamos a lo lejos lo más característico del perfil de Castro Urdiales, la Iglesia de Santa María de la Asunción, el puente medieval , la capilla de Santa Ana y el famoso espigón en el que los lugareños acaban sus caminatas dando una patada en el muro final llamando a la buena suerte.


Pero antes de acercarnos a estos monumentos, continuamos nuestro paseo adentrándonos hacia el interior, así nos encontramos en una plaza con una estatua del compositor Ataulfo Argenta, con la casa de Isidro del Cerro tras de sí. Este edificio nos enseña la cara modernista de la ciudad.



Nos adentramos por sus calles que de nuevo nos llevan a su pasado medieval, y que huelen tortilla y buen vino.

Y nuestros pasos nos llevan a algo que se remonta aún más en el tiempo, los restos de la villa romana, Flaviobriga. Es solo una muestra de lo que podríamos encontrar bajo nuestros pies. Un tesoro escondido.


Si continuamos hacia adelante, volvemos a salir a otra playa, más larga que la anterior, la playa Ostende, que en su punta alberga la isla de las Gaviotas. Tras la playa un parque infantil, que evidentemente tenemos que visitar.

Y subiendo, llegamos al cementerio de la Ballena, escenario de cualquier película romántica inglesa.


Volvemos sobre nuestros pasos, para visitar la Iglesia de Santa María de la Asunción, pero Castro Urdiales nos guardaba una sorpresa más. Una playa escondida de aguas cristalinas. El Pedregal.



La iglesia de Santa María de la Asunción es un tesoro del gótico, el más importante de Cantabria, un tesoro con otro en su interior, la figura de una virgen llamada La Blanca del Siglo XIII. Esta escultura además fue ocultada durante la Guerra Civil para evitar su expolio o destrucción, y oculta quedó hasta que unos niños jugando perdieron un balón, y al ir a encontrarlo dieron con la estatua.



Junto a esta Iglesia, el puente romano, que aunque lo llamen así es realmente un puente medieval, que cruzamos para llegar al faro y a la capilla de Santa Ana, desde donde se pueden admirar unas preciosas vistas.


Acabamos nuestra excursión por Castro, bajamos dirección al puerto y en la plaza del Ayuntamiento, entramos en un bar a comer tortilla rellena y sardinas. Delicioso.


Realmente una visita más que recomendable, un lugar impregnado de cultura, donde poder pasar el calor en las preciosas playas y de un buen nivel gastronómico. Volveremos.

Si quieres saber más de nuestro viaje a Cantabria, pincha en alguno de estos post:

Costa oriental. Laredo, Santoña y Faro de Ajo

Comillas y Santillana del Mar. Cuevas del Soplao, Altamira y Covalanas.

Cabárceno y Liérganes