Si la costa del Algarve es un paraíso, la zona de interior no se queda atrás, visitar sus montañas y sus pueblos te va a dejar con la boca abierta.
Como supongo que ya sabéis todos en nuestra familia amamos la montaña, así que no podíamos dejar de visitar la sierra de Monchique, un pulmón verde para la zona sur de Portugal.
Intentamos hacer un frondoso sendero que asciende al pico Picota, el segundo más alto de la región, pero nos equivocamos en el camino y acabamos justo enfrente de nuestro supuesto destino, no pasa nada, el camino y sus vistas merecieron la pena.
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Ánimo caminantes |
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Al fondo se ve el mar |
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Al fondo, el pico Picota.
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Me gustaría destacar de este paseo, la gran cantidad de plantas y flores que nos encontramos, aquí tenéis una muestra:
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Madroños |
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Varitas de San José |
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Un tipo de setas, que por supuesto ni tocamos. |
El primer pico más alto de la zona es el pico Foia, pero hasta él se puede acceder en coche, así qué...en coche fuimos.
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Las vistas desde el pico |
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Esto es lo que te encuentras arriba |
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Y lo único que hay que subir, si quieres. |
Cerca de Monchique, aunque por una carretera que pone a prueba a cualquier conductor, se encuentra la ciudad de Silves, en la que se puede visitar su precioso castillo de color rojizo y su catedral, aunque cuando nosotros llegamos ya estaba todo cerrado (¿por qué llegamos siempre tarde a casi todo?). Además Silves, tiene una zona muy bonita de calles empedradas.
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El castillo de Silves |
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El castillo con la bandera de Portugal |
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La portada de la Sé |
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Una puerta de la ciudad |
Unos quilómetros más al este por la misma carretera, viajando siempre entre naranjos, llegamos a Alte, un pequeñísmo pueblo que me recordó un poco a nuestra Alpujarra.
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La vista del pueblo cuando entras |
El último lugar que visitamos fue Loulé, una ciudad preciosa, con muchos monumentos que visitar, pero como ya viene siendo la tónica habitual de este viaje, cerrados porque fuimos a ir en día festivo.
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El mercado |
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Una de sus iglesias |
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Paseando por sus calles |
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El castillo |
La verdad es que nos hubiese gustado quedarnos más, pero las vacaciones se acaban, el Algarve, todo un descubrimiento. Portugal es ese destino que siempre nos enamora, que nunca nos deja indiferentes. Volveremos.
No creáis que he terminado, en la siguiente entrada os voy a hablar de los exquisitos platos portugueses, todavía me relamo, ummm.
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